HOTEL DEL VALLÈS (PANIK HOTEL)

HOTEL DEL VALLÈS (PANIK HOTEL)

Corría el año 2004. Por aquellos entonces la afición de la exploración urbana en España era inexistente y los que la practicábamos éramos pocos y no nos conocíamos.

Aficionado también a conducir, me movía yo solo por distintas zonas, no necesariamente buscando lugares abandonados sino que mis rutas eran en función del simple hecho de salir a conducir.

Una de esas rutas era la peligrosa autovía C-17 y, junto a ella, en un lateral dirección Francia en plena población de la Ametlla del Vallès (Barcelona), se encontraba el hotel del Vallès (con acento grave debido a que es un nombre catalán), cerrado desde hacía 10 años.

No llevaba demasiado tiempo con mi nueva cámara digital (venía de la cámara de carrete porque, como siempre, entro tarde en las nuevas tecnologías) así que no supe centrar el hotel en la foto. El Renault Clio que aparece era el coche de empresa que llevaba yo ese año.

Si eres seguidor de esta web desde sus orígenes, recordarás que uno de mis primeros reportajes fue el de este hotel. Acabé retirándolo porque solamente disponía de fotos exteriores y la nueva política de la web (impuesta por mí mismo) obligaba a retirar reportajes en los que no había fotos interiores.

 

 

 

 

 

No las hubo porque no pude acceder a él: se me habían adelantado. Para mi sorpresa, un grupo de okupas se había instalado allí.

No iba a haber reportaje, así que me limité a observar, de la forma más discreta posible y desde una terraza lateral del hotel, para ver que se cocía allí.

Camiones, autocares, caravanas ocupaban el parking donde años atrás habían aparcado los clientes.

Los okupas se habían apoderado del hotel y por el tipo de vehículos que llevaban, estaba claro que sus vacaciones allí iban a ser largas.

Pero mientras se van, echemos una ojeada rápida a la historia de este edificio, tan emblemático en su momento:

 

  • Año 1966:

Matías Barres, un constructor nacido en l´Ametlla del Vallès, decide planificar y poco después ejecutar las obras de un motel (los moteles, con «m», eran lugares en los que solamente se pernoctaba y desayunaba) en plena carretera N-152 (actual autovía C-17), una carretera que enlazaba Barcelona con el norte de Catalunya hasta llegar a Francia.

Decir que el nombre de Matías Barres será de vital importancia para entender algunos aspectos de este reportaje.

 

  • Año 1969:

Se inaugura el establecimiento pero en lugar de inaugurarse como motel, se hace como hotel:

 

La importancia de este hotel en la zona del Vallès quedó vigente el día de su inauguración, el 23 de junio de 1969, en el que asistieron los políticos más importantes así como destacables personalidades de la comarca:

Antaño, los hoteles de carretera eran imprescindibles para los conductores que, debido a las largas distancias existentes entre el origen y destino de sus rutas, necesitaban un lugar para pernoctar.

Iban también dirigidos a representantes de comercio (figura muy habitual en esa época) que buscaban o visitaban clientes de la zona.

Además de hotel, también había la idea de que las empresas pudiesen celebrar allí sus reuniones así que para ello se dejó el espacio específico para dichos eventos: concretamente para 4 salas.

El éxito del establecimiento no tardó en venir así que a principios de la década de los ´70 se decide ampliar el edificio con nuevos espacios para las salas de reuniones. El hotel se expande por su lateral izquierdo y en su parte trasera (como más adelante podrás ver en las fotos).

Cabe decir que el hecho de que las empresas optasen por hacer sus reuniones en los hoteles les daba a éstas un valor añadido y eso gustaba a los empresarios, que les daba tanto a ellos como a sus empresas una imagen categórica.

De 4 estrellas primero y 3 después (para no tener que pagar tantos impuestos), el hotel del Vallès constaba de 54 habitaciones (a las que posteriormente se les añadiría aire acondicionado) y piscina.

Un dato vital y que daba cuenta de la importancia de este hotel era el número de personas trabajando: en sus mejores tiempos llegó a tener nada más y nada menos que 72 trabajadores. El cliente tenía que estar bien atendido y para ello no se escatimaba en personal.

Muchas parejas optaban por celebrar allí su banquete de boda, habiendo incluso llegado a celebrarse hasta 4 o 5 banquetes a la vez en el mismo día.

Las reuniones empresariales seguían también celebrándose a buen ritmo. Algunas de estas empresas aprovechaban para anunciar sus eventos en los anuncios oficiales de los periódicos para obtener más prestigio.

Un ejemplo fue el de la empresa Floïd (empresa dedicada al cuidado facial masculino), que aprovechaba una de sus convenciones para anunciarse a lo grande (septiembre de 1981):

Por el hotel del Vallès también pernoctaron equipos de hándbol o de baloncesto que competían contra equipos de Granollers, ciudad cercana al hotel.

Vic Buckingham, entrenador del Fútbol Club Barcelona entre 1969 y 1971, también se había alojado allí junto con toda su plantilla de jugadores.

Un detalle que dice mucho de este lugar fue cuando el hotel albergó a la selección argentina de Diego Armando Maradona durante el mundial de fútbol de España de 1982.

Otra de su época dorada fue durante los juegos olímpicos de Barcelona (1992). En esos principios de la década de los ´90 dicha ciudad no disponía de una infraestructura hotelera lo suficientemente amplia como para albergar a toda la gente que, desde todas las partes del mundo, venía a ver este gran evento. El hotel, aún estando a unos 37 kms. del centro de Barcelona, alojó también a toda esa gente que no encontró alojamiento en esta ciudad.

Incluso el COB (organismo oficial de los juegos olímpicos) dio una subvención económica al hotel a modo de alquiler con la intención de que éste alojase en exclusiva a los deportistas o gente relacionada que iban a participar en ese evento.

 

 

MALA GESTIÓN Y CAMBIO DE DIRECCIÓN (1989)

Para poder entender cómo se gestionaba este hotel, explico en un par de líneas su funcionamiento: este hotel pertenecía a la familia Barres (con el ya citado Matías Barres al frente) pero la gestión la llevaba otra familia (para no poner nombres, voy a llamarles como «familia gestionadora»). La familia Barres era la propietaria del hotel pero había alquilado el establecimiento a la familia gestionadora que eran los que llevaban las riendas del negocio.

El contrato que tenían ambas familias era el siguiente: la familia gestionadora pagaba cada mes a la familia Barres un porcentaje de las ganancias económicas que generaba el establecimiento.

Pero lo que empezó siendo un trato de amistad entre dos familias, acabó muy mal: la familia gestionadora ocultaba parte de los beneficios a la familia Barres para no tener que pagarles tanto.

Otro problema que presentaba la familia gestionadora era el impago de la Seguridad Social a los trabajadores (a finales de la década de los ´80 constaba de 54 empleados).

A todo ello, en 1988 se les acababa el contrato a la familia gestionadora y ante el anuncio de que no se les iba a renovar dicho contrato, poco faltó para que éstos llevaran a juicio a la familia Barres por no estar de acuerdo con la no renovación del contrato. No se llegó a tal punto por un acuerdo económico entre ambas partes pero la relación quedó tocada para siempre.

Tras la rotura de acuerdos de ambas familias, en 1988 o 1989, la familia Barres (propietaria) pasaba a coger la dirección del hotel: para ello se crea la sociedad llamada Rinerco S.A.

 

 

EL NUEVO GESTOR (RINERCO S.A.) Y LOS TRABAJADORES

Rinerco S.A. sería la nueva sociedad gestora formada por diversos miembros de la familia Barres. Ese año (1989) el hotel seguía siendo rentable pero el balance económico era negativo debido a que hubo que ir pagando poco a poco la Seguridad Social de todos esos trabajadores. Se calcula que las pérdidas económicas para pagar la enorme deuda que tenían con la Seguridad Social estaba siendo de unos 3 millones de pesetas / mensuales.

Otro problema que presentaba el hotel eran algunos de sus trabajadores:

muchos llevaban años allí y eso hacía que se tomaran demasiadas confianzas. Un ejemplo claro era el del jefe de barra del bar: empezó a trabajar en los ´70 y fue expulsado en los ´80 debido a que cuando algún cliente consumía algo, el precio de esa consumición no siempre era registrado en caja. Esto hacía que ese dinero pudiese ir perfectamente al bolsillo de éste en lugar de ir a la contabilidad del hotel. Este acto presentaba un segundo problema: antes he comentado que, por contrato, parte del beneficio económico iba también al propietario del hotel (Matías Barres): si no se registraba en caja ese producto consumido por el cliente, ese porcentaje pactado tampoco iba a parar al bolsillo del propietario (familia Barres).

Una cocina repleta de productos alimenticios, muchos de ellos de calidad, era todo un reclamo para todos aquellos trabajadores que tenían acceso a ésta.

El propio «chispas» de la empresa (el de mantenimiento), entraba en la cocina y se hacía su propio bocata de jamón de pato, producto de alta calidad, sin permiso de nadie: a sus anchas.

Incluso el mismo jefe de cocina, que dio el chivatazo a los mismos responsables del hotel informándoles de que varios de los trabajadores se apoderaban de productos, fue cogido in fraganti robando. Concretamente, se descubrió que en un terreno colindante al hotel en el que él tenía un pequeño huerto, había escondido diversos productos, entre ellos botellas de vino.

Otro detalle del jefe de cocina fue que, aprovechándose de su cargo, amenazó a los propietarios con el tema económico: o le pagaban bajo mano parte de los beneficios de las comidas que él preparaba o los próximos platos que él prepararía «no tendrían una calidad suficiente». Esta amenaza era delicada porque ponía en un serio compromiso el buen nombre del que gozaba el restaurante del hotel.

Algunos de los trabajadores jugaban con dos cartas: una de ellas era que tenían un trabajo en el hotel pero la segunda era que, si su trabajo no era bueno, tendrían que echarles del trabajo y este último detalle se convertía en una ventaja para el trabajador porque la expulsión suponía una buena cantidad económica para el expulsado y una fuerte pérdida para el empresario, que no siempre se podía permitir.

Por tanto, el trabajador no tenía miedo y se podía permitir «jugar» con el empresario.

Como dice el refrán, «de aquellos barros, estos lodos»: de ahí que hoy sea mucho más barato que antes expulsar a un trabajador: por los abusos que se producían antaño por parte de no pocos trabajadores. España siempre ha sido un país de picaresca y al final se ha acabado pagando.

 

 

UNA MANO NEGRA EN RINERCO S.A.

Rinerco S.A., ya desde su inicio de actividad, además de tener que comerse un marrón (pagar las numerosas deudas que habían dejado los anteriores propietarios, pagar indemnizaciones millonarias a los trabajadores que echaba, etc.), tuvo una mano negra: el mismísimo gerente.

El gerente (del que evitaré poner el nombre por deseo expreso de los antiguos responsables), lo primero que hizo cuando se creó Rinerco S.A. fue ponerse automáticamente un sueldo alto, importándole más bien poco la gestión del hotel.

Era una persona con mucho poder pero con una nula experiencia en gestión.

Él mandaba: si un trabajador tenía que ser expulsado, lo expulsaba él, pero sabiendo que la indemnización la tendría que pagar otro. Matías Barres (propietario) era el que ponía el dinero de esa indemnización. Con esta última frase estoy describiendo una auténtica bomba de relojería: el hecho de que el gerente tuviese tanto poder incluso a nivel económico disponiendo de un dinero (el de Matías Barres) que no era el suyo, sumado a su nula experiencia, hacía que los problemas del hotel estuviesen cogiendo una gran envergadura.

 

 

EL DECLIVE Y LA CRISIS DEL ´92

Los tiempos cambian y el hotel del Vallès había ido perdiendo su atractivo con los años. Los hábitos de las familias habían cambiado: se habían vuelto más exigentes y buscaban otros entornos que el hotel no podía ofrecer. Situado al lado de una autovía, no ofrecía un entorno idílico ni ninguna actividad lúdica para que sus huéspedes pudiesen disfrutar de la estancia. Además, se habían acortado las distancias de los viajes y ya no tenía sentido que los conductores parasen a dormir allí. Por si fuera poco, las empresas abarataban costes y ya no enviaban a sus representantes de comercio a dormir en los hoteles.

Aún teniendo a tan sólo 10 minutos de allí el conocido circuito de Catalunya (en Montmeló, inaugurado en 1991), no fue suficiente para que el hotel no pudiese remontar su declive.

Fueron unos años de transición para todos los establecimientos hosteleros de las carreteras españolas. Si bien muchos cerraron porque ya no tenían razón de ser, otros tantos optaron por reconvertirse en clubes de alterne.

A todo esto se le sumaba la crisis del ´92. Fue justo acabar los juegos olímpicos de Barcelona: todo el turismo que había venido a la gran ciudad regresaba a sus países y la actividad constructora y empresarial se paralizaba: empezaba una fuerte crisis en España que lo arrasaría todo.

En diciembre de 1993 cerraba el hotel.

Se ponía punto y final a 24 años de actividad de un establecimiento emblemático. La crisis hizo bajar drásticamente las reservas de las habitaciones y en su restaurante pocos se paraban a comer, entre otras cosas, por la falta de suministro de los proveedores que, ante el riesgo de no cobrar, ya no servían género a éste.

Parte de la treintena de trabajadores que había en ese momento intentaron quedarse el establecimiento a modo de cooperativa pero no hubo acuerdo. Uno de los contras por los que posiblemente no se quedaron con el complejo hotelero fue por la enorme deuda económica que arrastraba. Se calcula que desde la entrada de Rinerco S.A. hasta el cierre definitivo se perdieron unos 300 o 400 millones de pesetas.

 

 

EN BUSCA DE COMPRADORES

Como dato curioso, decir que en julio de 1994 volvía a abrir temporalmente para alojar a los vecinos de la zona del Montseny, desalojados de sus casas temporalmente debido al incendio de dicha montaña.

 

Pero el complejo hotelero hacía tiempo que estaba en venta: de hecho, se puso a la venta desde su última etapa de vida (a partir de la crisis del ´92), cuando todavía registraba actividad.

Hubieron diversos interesados en el complejo, entre otros, el mismo Antonio Catalán, fundador de la cadena hotelera NH (actualmente fundador de la cadena AC). Antonio Catalán y su equipo estuvieron unos 15 días auditando el hotel y observando cómo sus trabajadores desempeñaban sus funciones. Evidentemente, no se lo quedaron.

Otra persona que se interesó por el hotel (en 1997) fue Flora Cadena Senallé. Flora no fue nunca un personaje conocido en la historia reciente de Catalunya: solamente era conocida en su pueblo (y alrededores), Rialp, al norte de Lleida, donde era muy conocida por, entre otras cosas, abrir un hotel de lujo en mitad del campo en una época (década de los ´70) en la que el turismo de alta montaña era inexistente. Gracias a ella el turismo en esa zona fue expandiéndose y ayudó a enriquecer a los habitantes de esa zona olvidada del norte de Lleida.

Flora Cadena finalmente se desentendió de la compra del hotel. Con una frase demoledora («-este hotel tiene demasiadas puertas y por experiencia sé que por la puerta de la cocina se escapan muchas cosas-«) dio por finalizado su interés por la compra del complejo.

El hotel llegó también a anunciarse en un conocido periódico, dando ideas a los posibles compradores con el argumento «ideal residencia 3ª edad»:

 

Josep, uno de los nietos de Matías Barres, me comentaba en una entrevista que en total llegaron a haber unas 200 visitas de posibles interesados en el complejo hotelero. Muchos eran intermediarios e incluso intermediarios de intermediarios. Hubo de todo: desde curiosos que se hacían los interesados, pasando por interesados en seguir con la actividad hotelera hasta los diversos interesados en montar negocios de prostitución.

No se llegó a ningún acuerdo con ninguno de los posibles interesados porque no ofrecían la cifra económica que Rinerco S.A. pedía.

Mientras no se vendía, el hotel del Vallès era alquilado para hacer algún que otro rodaje de películas o vídeo-clips.

En 1999, el director de cine Jaume Balagueró rodó allí su película titulada «Los sin nombre». Dicha película tenía como protagonista a la gran actriz Emma Vilarasau, que interpretaba a una madre cuya hija pequeña había fallecido hacía 5 años. El suspense de la película viene dado cuando, después de esos 5 años, esta hija supuestamente fallecida llama a la madre para decirle que la tienen retenida en el hotel.

La película en sí es muy entretenida y en sus diferentes escenas se puede observar como era el hotel por dentro. Recomiendo verla.

Pero, aunque sea momentáneamente, quiero darle un toque positivo a este reportaje con este vídeo-clip:

Ni más ni menos, el grupo valenciano Revólver, con Carlos Goñi al frente, rodó allí este vídeo-clip de su canción «San Pedro»: una de sus más conocidas.

En él se observa como Carlos entra por la cristalera rota que había en el lateral de la entrada de recepción y camina por el pasillo en busca de una habitación.

 

 

ROBOS Y VANDALISMO

Una etapa a destacar fue desde el cierre (finales de 1993) hasta su ocupación ilegal (en 2004).

Mientras estuvo cerrado, el edificio constaba de alarmas sonoras que, cuando se activaban, avisaban telefónicamente a Josep (el nieto). Acto seguido él llamaba a la policía y se iban juntos a revisar el hotel.

Un hotel cerrado era toda una tentación para los chatarreros que se acercaban en plena noche y de forma asidua a ver por dónde podían entrar. La alarma sonó bastantes veces durante esos años hasta llegar al punto que Josep acabó harto de tantas veces que tenía que ir a revisar el hotel. Incluso una vez que se acercó en plena noche sin la policía, llegó a detectar la presencia de intrusos dentro lo que hizo que decidiese marcharse a toda prisa de allí.

Uno de los actos vandálicos más brutales que sufrió el hotel fue en el año 2000, poco después de que se emitiera la película «Los sin nombre», rodada allí:

un grupo de chavales de Mollet del Vallès (población cercana) se acercó hasta el hotel con la única intención de reventarlo solamente para disfrute personal: el destrozo fue tal y el escándalo provocado por éstos era tan grande que un vecino que vivía al otro lado de la autovía pudo escuchar esos ruidos.

La policía pudo coger a los vándalos que finalmente no fueron denunciados, según motivos del responsable, porque la justicia era muy lenta y no sabía si finalmente iba a cobrar unos destrozos provocados por unos chavales que era posible que se declarasen insolventes.

En 2001, ya en manos de un nuevo propietario, el hotel sufrió un incendio que afectó a los rellanos del edificio. En principio, el motivo fue fortuito debido al robo de cobre al que ya empezaba a ser sometido. El nuevo propietario no lo estaba cuidando lo suficiente y eso empezaba a notarse.

 

 

2001: NUEVO PROPIETARIO Y NUEVO PROYECTO

Bajo acuerdo económico, la familia Barres vende en 2001 el complejo hotelero al constructor Juan Serrano. Según palabras de uno de los entrevistados con los que hablé, el precio no fue satisfactorio para la familia Barres pero había algo que estaba por encima de todo: en esos momentos lo que primaba era quitarse aquel edificio de encima, que en ese 2001 y, tras 8 años cerrado, ya era toda una pesadilla para ellos.

Juan Serrano era un constructor de Granollers (población cercana). En ese 2001 la crisis ya había terminado y el boom de la construcción estaba en pleno auge. El dinero de la compra de ese hotel provenía de los beneficios obtenidos en la construcción y el hotel pasaba a formar parte de su patrimonio.

Con intención clara de reabrirlo, se encontró con un problema: las nuevas normativas.

Más arriba he comentado que el complejo hotelero se encontraba delante de la autovía C-17: aunque la configuración sea la de una autovía (dos carriles de subida y dos de bajada separados por barras de hormigón), a ojos de la Administración no deja de ser una carretera debido a que en diversos tramos se entra o se sale directamente de ella sin haber los respectivos carriles de aceleración o de deceleración.

El acceso al hotel del Vallès era un claro ejemplo de ello: cuando alguien pretendía entrar al recinto en coche, se entraba de golpe poniendo en peligro a los coches que venían por detrás (había que frenar fuerte para entrar) y a los posibles clientes que estuviesen en el exterior del hotel (se entraba directamente al parking a alta velocidad).

Comentaba Toni (nieto de de Matías Barres) en una de las diversas entrevistas que le hice, que hace años ya hubo un accidente por este motivo, cuando un vehículo entró a toda velocidad, chocando contra diversos vehículos estacionados y matando a varias personas. El accidente fue tan fuerte que una de las piernas de uno de los fallecidos salió volando.

He aquí una foto de la entrada al parking, en la que se entraba (y se sigue entrando) directamente desde la C-17:

¿Recuerdas aquella sensación de cuando vas rápido con el coche y hay un cambio de rasante, que el estómago sube y baja? Pues cada vez que entraba en el parking con el coche (durante el reportaje) la sensación era la misma, más cuando el desnivel es considerable y en cada entrada daba la sensación de que los bajos del coche iban a rascar el suelo. Si hubiese llevado un vehículo un poco más bajo fijo que hubiese rascado cada vez.

Casualmente, en la película «Los sin nombre», se pueden observar unos frenazos marcados en el arcén, justo en la zona donde hay que encarar el coche para poder entrar; detalle que ya entonces mostraba claramente el enorme peligro que entrañaba:

La salida era y sigue siendo todavía mucho peor: pasas de estar parado a salir a una carretera / autovía en un tramo que hace bajada y donde los coches suelen ir a 100 – 120 km/h, lo que no es difícil que, si sales mal, te lleves ráfagas o alguna que otra pitada del coche que viene detrás. Yo mismo, cuando hacía el reportaje, de las diversas veces que tuve que salir del hotel a la carretera tuve que utilizar el arcén como carril de aceleración para no tener que hacer aminorar la velocidad a otros conductores. A todo esto, cuando hay mucho tráfico, la salida a la carretera puede conllevar diversos minutos de espera.

Tras adquirir el recinto, Juan Serrano se encontró de bruces con la Diputación. Esta institución obligaba al nuevo propietario a crear un carril de deceleración (para entrar en el recinto) y otro de aceleración (para salir de él). Uno de los problemas que presentaba esta obra era que tenía que coger parte de un terreno colindante perteneciente a otro vecino que, muy probablemente, vendería caro ese trozo de terreno necesario para hacer dicho carril.

Recuerda que, cuando se inauguró el hotel, la carretera donde se ubicaba era eso: una carretera. Pero desde hace años es una autovía y, como tal, hay que adaptar el hotel al nuevo entorno.

Juan Serrano abandonó el proyecto y siguió dedicándose a la construcción que, según palabras suyas -eso es lo que da dinero y no el hotel-.

 

 

PANIK HOTEL

Como explico más arriba, el hotel estuvo vigilado por Josep mediante alarmas sonoras que le avisaban de posibles intrusos pero el nuevo propietario (Juan Serrano, en 2001) contrató a una empresa de seguridad que iba personalmente a ver el hotel cuando sonaban dichas alarmas.

La empresa de seguridad estuvo un año vigilando el recinto hasta que Juan Serrano decidió no renovar el contrato. A partir de ahí, y aún habiendo vecinos que le llamaban personalmente para advertirle que había presencia de posibles ladrones en el hotel, él se desentendió por completo.

En 2004 un grupo de okupas se instalaban a vivir en el hotel. A partir de ahí el hotel pasó a llamarse sarcásticamente «Panik Hotel» (nombre que se encargaron de ponerle ellos mismos). Ese mismo año o al siguiente hicieron también una fiesta rave con gran afluencia de público.

5 años duró esta ocupación ilegal.

En 2009 fueron desalojados y, gracias a ello, pude entrar a hacer el reportaje de este lugar, del que hacía años venía haciendo un seguimiento para poder entrar. Más abajo comentaré detalles de estos okupas así como de que vivían.

 

Hoy, en un estado mucho peor del que vas a poder ver en estas fotos, sigue siendo un monumento al declive para todos aquellos conductores que circulan por la C-17:

 

2009: 40 años después de su inauguración, toca saber cómo era este hotel por dentro:

 

 

 

El acceso lo hago por el comedor:

 

 

 

La cocina hacía una olor putrefacta de restos de comida que todavía debían quedar allí:

 

La siguiente parte equivale a distintos salones: una parte de ellos se construyeron nuevos en la ampliación del hotel, a principios de la década de los ´70:

 

 

 

 

 

 

 

 

La vista al parking, donde todavía quedaban vehículos: en la siguiente página les dedico unas cuantas fotos:

En otro de los salones, resto de la vida okupa:

 

Esa parte del techo era una de las pocas que quedaban todavía intacta del hotel:

Los sillones de antaño…

tirados por los suelos:

 

 

De la planta baja accedo al pasillo que llevaba al rellano y al ascensor que llevaba a las habitaciones:

Ese 2009 todavía podía observarse algún detalle de los acabados de lujo de las distintas dependencias:

 

El incendio que hubo en el año 2001 empezó en un rellano del sótano: éste se extendió rápidamente por el resto de los rellanos debido a los materiales inflamables que decoraban el hotel (interiores en madera, cortinas, etc.).

 

 

La segunda y tercera planta resultaron también muy dañadas ya que el fuego se extendió por el suelo enmoquetado:

 

 

 

 

 

Detalle de la tercera planta, afectada también por el fuego:

De ahí me dirijo a la primera planta:

milagrosamente, ésta solamente fue dañada por el humo. Es la única planta en la que se puede ver cómo eran los pasillos del hotel:

 

 

La primera planta fue también la que eligieron parte de los okupas para vivir en algunas de sus habitaciones (el resto lo hacía en las caravanas que tenían aparcadas en el parking).

 

Los viejos muebles del hotel servían esta vez para su comodidad:

 

 

Desde los balcones de la parte trasera se podía observar una terraza…

en la que, en su momento, habían instalado una plantación de marihuana a tamaño industrial: era su forma de vida y el negocio que tenían montado:

En junio de 2006, la policía hacía una redada en el hotel en la que se detuvieron a 21 personas (15 italianos, cuatro franceses, una española y un holandés).

Entre los detenidos había un hombre de 56 años y dos de 44. El resto eran jóvenes de entre 17 y 32 años.

Se les imputó un delito contra la salud pública y ya han pasaron a disposición judicial. Según la policía, ninguno tenía antecedentes.

Los detenidos habían convertido la terraza del hotel en una plantación de marihuana: en pasillos, habitaciones y terrazas crecían un total de 460 plantas. Había un laboratorio destinado al cultivo intensivo compuesto por lámparas especiales, deshumificadores y un sistema de riego gota a gota eran algunos de los medios que utilizaban para acelerar el crecimiento de las plantas.

Los agentes también requisaron dos motocicletas robadas.

La azotea agrupaba los conductos de ventilación de todo el edificio:

Debido a la larga estancia de los okupas, éstos habían conseguido hacerse con línea telefónica para conectar sus ordenadores a internet. En la red también anunciaban la marihuana que vendían para poder rentabilizar su negocio:

 

Vida en común: compartían hasta el correo electrónico. Con la contraseña a la vista, me pregunto con ironía si servía para gestionar los clientes que venían a comprarles la marihuana. Sea cierto o no, el correo era inglés, lo que demuestra de donde venía principalmente este grupo de gente.

Ya que está, puedes probar tú mismo de entrar en ese correo pero ya te advierto que, en 2009, la contraseña no servía para entrar dentro del correo.

El espacio que estos okupas usaban para discoteca, en su momento había sido el celleret (traducido, vendría a ser «la bodeguita»): este espacio contenía una fila de barriles con distintos vinos, en los que el cliente se servía él mismo el que más le apetecía. Vendría a ser una zona apartada del restaurante donde el cliente se podía tomar alguna que otra tapa con total tranquilidad.

Debido a su espacio, también se usaba para bodas cuando el resto de salones estaban ocupados.

 

 

Como digo, los okupas habían hecho de éste su zona de ocio: de hecho, uno de ellos trabajaba como disck-jey.

 

 

La piscina se encontraba en un lateral trasero del hotel:

 

El hotel por detrás visto desde abajo:

Esta primera edificación que sobresale (la del medio de la foto), fue parte de la ampliación que sufrió el hotel poco después de ser construido, cuando éste se había quedado pequeño y necesitaba más salones para que los empresarios pudiesen hacer allí sus convenciones empresariales:

 

 

 

La parte de abajo servía para que los clientes de larga estancia aparcasen allí sus vehículos.

Esta vez los vehículos que habían eran de los okupas: hacía pocos meses que, tras la correspondiente denuncia emprendida por el nuevo propietario del hotel, habían sido expulsados del complejo hotelero y habían dejado abandonados sus vehículos.

Evidentemente, me hice la misma pregunta que se haría todo el mundo: ¿porqué dejaron tantos vehículos allí?:

 

 

 

 

 

 

 

 

La que era muy llamativa era esta vieja furgoneta Renault 4f, transformada en una especie de kart:

Al lado se encontraban decenas de carritos de supermercado: eran los carritos que usaban para ir a buscar la comida que un supermercado cercano tiraba a los contenedores cuando ésta había caducado:

Además de los coches, habían un par de camiones:

 

Algunos de los camiones estaban equipados por dentro para vivienda, tipo caravana: otros, como el de la foto, eran cajas para transporte de material, probablemente usado para llevar los generadores y el equipo necesario para fiestas tipo «rave«.

 

Viendo todo aquello, parecía que los clientes del hotel se hubiesen marchado precipitadamente, como obligados por algún peligro inminente, dejando allí sus vehículos abandonados a su suerte.

 

Con una amplia mayoría de matrículas inglesas, algunos de los modelos abandonados pertenecían a modelos que se habían vendido muy bien en ese país: el Opel Kadett Van (comercial), el Ford Escort o la furgoneta Ford Transit:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En junio de 2009, varias unidades de los Mossos d´Esquadra (la policía autonómica catalana) desalojaban definitivamente el edificio en cumplimiento de una orden del juzgado de Granollers (población cercana, capital de comarca). Dentro, solamente quedaban dos hombres de nacionalidad italiana que no opusieron resistencia. Además, la policía encontró también media docena de perros y algunas tarántulas y serpientes en terrarios, así como pequeñas cantidades de droga usadas para consumo propio. Aunque dentro de él vivían algunas personas más, cuando llegó la policía, éstos ya se habían marchado.

Los dos okupas se llevaron sus pertenencias en un Audi A4 azul que usaban para desplazarse y donde también cargaron a los perros. Seis jóvenes más (que no vivían en el hotel) se acercaron durante el desalojo para ayudarlos a cargar otros objetos personales como discos de vinilo que usaba uno de ellos para hacer de disc jockey. Una camioneta de la brigada municipal se llevó diversos altavoces.

Pocos días después los coches abandonados fueron retirados y, aún estando ya hecho polvo, el hotel acabó en manos de vándalos y grafiteros que hicieron el resto.

Fue el final definitivo de un hotel conocido por todos y que en su día fue toda una referencia en la comarca.

 

 

AGOSTO DE 2013

A lo largo de este reportaje he ido citando las distintas fechas que han formado parte de la trayectoria de este hotel: a modo de resumen quedaría de la siguiente manera:

– 1969: inauguración del hotel.
– 1989: traspaso del hotel a la familia Barres:
– 1993: cierre definitivo del hotel.
– 2001: venta del edificio a Juan Serrano.
– 2004: okupación del hotel.
– 2009: expulsión de los okupas
– agosto de 2013…

En agosto de 2013 hice un par de entrevistas clave para conocer la historia de este lugar pero una de ellas fue fundamental: se trata de la entrevista a Toni. Toni es otro de los nietos de Matías Barres. Cuando me presenté en la tienda que regenta le dije que era periodista (aunque no es cierto, por lo menos que parezca que lo sea) y que estaba realizando un trabajo sobre el hotel. Me dejó sin qué responderle cuando a continuación me preguntó: -¿tú no serás el de la página aquella de lugares abandonados, no?-.

¡Te puedes imaginar mi cara en aquel momento!

Con Toni recorrimos todo el hotel y me estuvo describiendo cada parte de lo que quedaba de éste.

Los restos de los vestuarios de la piscina. En la etapa «okupa», éstos lo usaban como corral para guardar gallinas y aves para consumo propio:

Trasera general del hotel:

En el sótano se encontraban algunas de las pequeñas habitaciones donde pernoctaban algunos de sus trabajadores. En 2013 todavía se podía ver parte de la decoración de éstas en forma de recortes de revistas automovilísticas:

 

 

 

Una foto de antaño de la lujosa barra del bar…

y su estado actual:

Subimos para arriba:

Gracias al gran angular de mi cámara, pude hacer mínimamente la foto de una de las habitaciones: en 2009, con mi vieja cámara, hubiese sido imposible.

Igual que en el pasillo, todavía se podía observar parte de la moqueta roja.

Un detalle del hotel era que, cada una de las tres plantas tenía un color distinto: así como la primera planta disponía de moqueta roja y el aseo estaba cubierto con baldosas rosas, la segunda planta tenía la moqueta azul (con las baldosas de sus aseos de color azul) y la tercera planta tenía la moqueta de color verde (con las baldosas de sus aseos también verdes).

 

Detalle de las baldosas: en este caso, por el color, se aprecia que pertenecía a una habitación de la primera planta:

Cuando se cerró el hotel, Toni era uno de los encargados de vigilarlo. Cuando empezaron los primeros robos al recinto, optó por llevarse a casa algunos documentos a modo de recuerdo. Entre estos documentos estaba la hoja de recepción, que indicaba en que habitación se encontraban cada uno de los jugadores de la selección argentina, ese 1982. Maradona estuvo en la 341:

 

En esos tiempos, las televisiones en los hoteles eran opcionales: en el siguiente listado se muestra qué jugadores de la selección pidieron una durante su estancia en el hotel:

Para que los encargados del hotel pudiesen estar en contacto en todo momento con los responsables del mundial de fútbol, disponían de este listado con los distintos números de teléfonos de los distintos responsables de la organización:

Un plano con las indicaciones justas para llegar desde Barcelona al hotel servía a los jugadores para no perderse. Teniendo en cuenta que antaño las carreteras eran lentas porque cruzaban las poblaciones, en el plano figuraba la ruta más rápida (en este caso, por la autopista de peaje. El peaje: ese producto tan típico catalán…)

 

Una de las cosas que hago cuando entro en un lugar abandonado es preguntarme como deberían ser los últimos días de vida en ese lugar. El del hotel del Vallès fue un final agónico pero poderlo leer yo mismo con mis propios ojos me dejó helado.

Digo esto porque el 9 de noviembre de 1993, tan sólo un mes antes de cerrar, un grupo de trabajadores le escribían un fax al gerente del hotel dándole a conocer la pésima situación de éste: concretamente, se hablaba de la falta de comida, lo que hacía que los clientes no pudiesen ser servidos a la hora de comer. Merece la pena leer el fax, sobretodo la demoledora frase final: «-como puedes comprobar, esto ya está sentenciado, no creo que lleguemos al fin de semana-.»

El 19 de noviembre (1993), la situación era tan agónica que las existencias de comida se limitaban solamente a una ración de endivias, una de salmón ahumado, una de perdiz con setas, dos raciones de salmón ahumado y tres de canelones.

El fax que el empleado dirigió al gerente también era demoledor, con frases como «-estas son todas las existencias de comida de que disponemos, como puedes comprender esto y nada es lo mismo-» o «-si no se hace efectivo el recibo de septiembre, nos cortarán la corriente eléctrica-«.

En mi visita con Toni durante ese agosto de 2013, a primera vista ya no quedaba nada más que saquear en el hotel. Pues bien: si que quedaba. Se habían llevado hasta una viga de uno de los salones (esta parte pertenece a la ampliación que se hizo a principios de los ´70):

Saqueos, vandalismo y destrucción: a veces me pregunto si al ser humano se le puede llamar «humano». No sé hasta qué punto sale rentable robar la viga de un edificio teniendo en cuenta que te juegas la vida. Espero, con toda mi mala fe, que el que robase la viga fuese el mismo que se mató en una población cercana al desplomársele otro edificio del que también le estaba robando una viga. Este accidente sucedió en 2012 en un restaurante abandonado en Caldes de Montbui (Barcelona), relativamente cerca del hotel del Vallès.

El enorme agujero visto desde la azotea:

El edificio visto desde atrás:

 

La vista al Montseny desde la azotea:

el hotel en la actualidad:

 

 

COMPARATIVAS: EL ANTES Y EL DESPUÉS

Una última comparativa te permitirá comparar de forma rápida y precisa el hotel en estos últimos años. Para ello, he cogido postales de antaño así como algunas de las escenas de la película «Los sin nombre», rodada en el año 2000:

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AÑO 1969 (postal):

 

AÑO 2004:

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AÑO 2000 (película):

 

AÑO 2004:

 

AÑO 2013:

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AÑO 2000 (película):

 

AÑO 2013:

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AÑO 2000 (película):

Entrada al hotel desde dentro: observa la cristalera de colores y la mesa de recepción:

 

AÑO 2013:

La pared tapiada de la derecha era antaño la cristalera de colores y al fondo el espacio donde se encontraba la mesa de recepción:

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AÑO 2000 (película):

Las escaleras que subían a las habitaciones (fíjate en el detalle de las paredes recubiertas de madera):

 

AÑO 2013:

Las maderas que recubrían las escaleras fueron las causantes de la expansión del incendio que afectó a todo el hotel:

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AÑO 2000 (película):

El pasillo:

 

AÑO 2013:

El pasillo de la primera planta afectado por el humo del incendio:

 

El pasillo de la segunda (y tercera) planta completamente afectado por el incendio:

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AÑO 1969 (postal):

 

AÑO 2013:

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AÑO 2004:

Con mi coche de antaño:

 

AÑO 2013:

Con mi coche actual:

 

 

PASEANDO JUNTO A UN CADÁVER

El sábado día 19 de octubre de 2013, a pocos días de publicar este reportaje, la policía encontraba el cadáver de una persona dentro del hotel. Llevaba varios meses fallecido.

Se dio la circunstancia que, desde agosto hasta octubre de ese año, yo había estado haciendo varias visitas y no había visto nada ni había notado ninguna olor putrefacta. 3 días antes de encontrar el cadáver yo también había estado en el hotel.

El cadáver pertenecía al de un vagabundo marroquí que llevaba años viviendo allí, y del que Toni me había hablado de él en alguna ocasión. El mismo Toni me comentó que llevaba tiempo sin verle.

El cuerpo sin vida fue hallado en esta caseta, a pocos metros del hotel (que puede observarse al fondo), en una zona boscosa por la cual yo nunca había pasado:

 

Falleció de muerte natural debido a su estado de salud.

Aunque hubiese asomado la cabeza por la caseta, es posible que no hubiese visto el cuerpo ya que, el indigente, para protegerse del frío, dormía escondido entre los colchones.

Realmente me quedé perplejo por el hecho de saber que, durante varios días, estuve paseando a 10 metros de un cadáver sin darme cuenta. El hecho de que esa caseta estuviese fuera del hotel hizo que no me llamase la atención ese lugar concreto, aunque conocía su existencia.

 

 

ACLARACIONES Y PUNTOS DE VISTA

No querría terminar este reportaje sin hacer unas aclaraciones así como dar a conocer los puntos de vista de la familia Barres acerca de este tema.

Antes que nada, decir que no ha sido mi intención generalizar acerca de los antiguos trabajadores de este hotel: solamente me he limitado a hablar de todos aquellos que, después de tantos años trabajando allí, tenían vicios adquiridos y habían perdido efectividad. Evidentemente, no todos eran así: simplemente he contado algunos casos concretos.

Otros detalles que pienso que han sido interesantes en las sucesivas entrevistas efectuadas, principalmente a Toni, son los puntos de vista de esta familia acerca del complejo hotelero.

Me interesaba especialmente saber qué pensaban ellos cuando veían el hotel en su estado actual de abandono, así como si sentían nostalgia. Su respuesta fue rotunda: el hotel fue tan problemático a nivel de gestión que llegó a ser un auténtico estorbo para ellos. La venta de éste, aún siendo a un precio que no gustó, supuso quitarse el edifico de encima y con ello un grave problema.

A la pregunta de si se podía haber salvado el hotel del cierre en diciembre de 1993, la respuesta fue afirmativa pero con matices:

Luís Cordón, otro de los distintos responsables de Rinerco S.A., poco antes de cerrar el hotel afirmó que si entre él, su mujer y alguna que otra persona más lo hubiesen gestionado, a pesar de la fuerte crisis que había a nivel español, a día de hoy seguiría abierto. El problema que surgía es que en el momento del cierre había una treintena de trabajadores y tanto pagarles como echarles era inviable económicamente, lo que hacía que el hotel se viese abocado al cierre sin posibilidad alguna de salvarse.

A partir del cierre, a pesar de las fuertes deudas económicas que tenía, todas éstas se fueron pagando poco a poco con el dinero que provenía de otros recursos externos de la familia.

Finalmente, decir que tuvieron que pasar varios años para que las deudas económicas tanto con los trabajadores como con los proveedores quedaran saldadas y el hotel fue vendido a Juan Serrano completamente límpio de deudas.

Matías Barres, primer propietario del hotel falleció en 1992.

Respecto a los okupas, Toni me comentó que, mientras estuvieron allí, tenía contacto con ellos y que no eran para nada conflictivos. Nunca causaron problemas a nadie en esos 5 años que estuvieron allí metidos. Me dijo también que, si yo les hubiese pedido permiso a ellos para hacer un reportaje del hotel, posiblemente hubiesen accedido. Lástima porque mientras estuvieron ellos, parece ser que el edificio estuvo bien conservado.

Nunca antes había conseguido una colaboración tan directa en un reportaje. Gracias a la familia Barres he podido conocer de primera mano la historia completa de este complejo hotelero, así como detalles más que interesantes para entender el porqué del cierre de un hotel que era toda una institución en la zona.

Agradecimiento pues, a esta emblemática familia, especialmente a dos de sus miembros, nietos de Matías Barres:

  • Toni con el que, no solamente me estuvo mostrando y explicando las diversas partes del recinto, sino que estuve en contacto vía Whatsapp para resolver dudas mientras realizaba este trabajo en casa.
  • Josep, por concretarme detalles, fechas así como explicaciones clave para poder hacer un reportaje más preciso. Él fue quien me pasó los dos vídeos iniciales del hotel.

Este reportaje contó también con una pequeña entrevista a uno de los miembros de la familia que gestionaba el hotel en su inicio.

No fue posible hablar con el último gerente del hotel al no contestar mi solicitud de entrevista. Una charla con él hubiese resultado clave para conocer sus puntos de vista acerca del cierre del hotel.


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