PERSECUCIÓN MORTAL
Calculo que debía tener unos 7 u 8 años cuando, de casualidad, escuché algo que durante años estuvo guardado en mi cabeza. Aquel día me encontraba en un punto de alguna población montañosa: no recuerdo cual era, pero hacía pocos días que, no muy lejos de allí, había caído un vehículo en un barranco. Era el vehículo de un contrabandista que estaba siendo perseguido por la Guardia Civil.
Aquél «algo» era un frase que acabaría marcándome para el resto de mis días:
-Ha caído un coche en el barranco (…), si te interesa puedes bajar abajo: hay muchísimos paquetes de tabaco ahí-.
Una historia que alguien de la zona le contaba a otra persona: tuve la suerte de poder escucharla.
Era el trágico final de un contrabandista que perdió el control de su vehículo en una fatídica curva. Era su final, pero para mí era el principio de una historia que años más tarde (unos 20 aproximadamente) acabaría viviéndola personalmente.
Desconocía el lugar, pero no fue difícil averiguarlo. Me bastaba con tener un mapa cualquiera y preguntarle a cierta persona en que pueblo había ocurrido el accidente.
Julio de 2007: salgo de casa dirección al barranco. Me esperaban unos 200 kms. por delante pero lo reconozco: no era un viaje más de los que suelo hacer: era un viaje con el objetivo de ver la zona y el coche, o lo que quedaría de él. Era volver a revivir aquella historia que siempre estuvo ahí guardada. Eran 20 años de espera de una historia fascinante.
Localizar la zona fue fácil, pero no fui previsor: si bien yo creía que localizar el coche sería algo así como asomar la cabeza por un barranco y ver el coche: ese fue mi primer error.
Intentaré resumirlo todo en la medida que pueda ya que este reportaje se convirtió en una historia muy larga: demasiada.
El primer paso que hice fue recorrerme la carretera, parando a cada trozo para ver si habían restos de algún vehículo. Así fue como estuve varias horas para hacer un tramo del cuál no encontré nada. Mi sorpresa fue cuando, al acabar el tramo, empezaba un profundo barranco. Allí me di cuenta que mi búsqueda había sido en balde: enfrente mío se encontraba el lugar de la tragedia: el impresionante barranco (y, en medio, la carretera):
Era un «barranco de barrancos». Desde lo alto de la carretera revisé bien todo el fondo desde diversos ángulos. Vaya: yo que creía que encontrar el coche sería tan fácil como mirar abajo y verlo… estaba ante mi segundo error de previsión. Allí no se veía nada, en parte porque el barranco contaba con varias fosas (o semi-barrancos) que impedían ver bastantes zonas puesto que quedaban ocultas.
Una de las posibilidades que barajé fue en este punto concreto: ¿qué era todo eso que brillaba en la ladera de la montaña? ¿serían los restos de un accidente?
Podía ser perfectamente un vertedero ilegal: en las montañas hay muchos: no basta con tirar las cosas en los contenedores: aún queda mucha gente empeñada en tirar los desperdicios al monte porqué el cerebro no les da para más.
Y, efectivamente, tras bajar ese trozo de barranco y ver que no había ningún vehículo, vi que estaba ante un vertedero ilegal. No estaba siendo mi día.
Empezaba una ardua tarea de búsqueda de algo que, probablemente ya ni existía: 20 años de derrumbamientos y de vegetación, posiblemente habían hecho desaparecer toda aquella historia y, tras bajar a varios puntos del barranco y no ver nada…
tan solo me quedaba una solución: hablar con los vecinos del pueblo cercano que había para que me diesen más datos pero, sobre todo, la ubicación exacta… y saber si el coche aún seguía allí.
La primera visita al barranco (julio de 2007) sirvió para hacer un reconocimiento de la zona. La segunda (agosto de 2007), para hablar con un anciano del pueblo me dijo que el coche ya lo habían sacado. La cosa es que no me creí que las autoridades hubiesen sacado el coche… ¿porqué acaso quién hubiese pagado esa operación?.
En octubre de 2007 hacía la tercera visita: quería acabar de revisar unas zonas del barranco que aún no había visitado pero tras un rato di por supuesto que habían sacado el coche porqué allí no había nada.
Era el final de una historia de la que me acordaba desde que yo era un crío. Una lástima: me hubiese gustado ver el coche: ver el final de esa historia que siempre tuve ahí y que nunca vi.
Antes de irme cojo el coche y me dirijo al pueblo (un poco más arriba) a sacar los últimos retales de información: ya que no vi el coche, al menos obtener algún detalle de la historia.
Un pueblo completamente vacío: vaya: desde que inicié la carretera hasta que bajé al barranco, habían pasado unos 12 coches: una carretera que parecía una autopista (por tráfico): las dos veces anteriores no había visto tanto tráfico.
Pregunto a un par de vecinas: se acuerdan de la historia, pero no se acuerdan del año.
Las dos me comentan lo mismo: que aparte del coche del contrabandista, había otro coche que también cayó por allí de manera fortuita.
Ya lo sabía, pero yo quería información del coche del contrabandista.
Ahora si: se confirmaba: mi historia ya había acabado. Tantos años para nada. Allí no había ni coche, ni tan sólo un trozo de él. Nada.
Al menos lo había intentado.
Se acababa la historia y me iba para casa.
Pero en esta vida ocurren momentos increíbles y el mío estaba a la vuelta de la esquina. Y nunca mejor dicho.
Justo pasaba por una de las travesías (sólo cabía un coche) y al girar en una pequeña curva me encuentro un 4×4 que me viene de cara. Reculo para dejarle pasar a la vez que pienso si vale la pena pararle para sacarle información. -¿Y porqué no?- pienso.
Bajo la ventanilla y levanto la mano para que pare.
Dentro del 4×4 viajan dos personas: ellos se bajan del coche: yo también.
-¿Que te has perdido?- me dice uno de ellos.
Les explico quién soy y el motivo por el que estoy allí.
Tras hablar un rato del suceso, el acompañante del 4×4 (hijo de una vecina del pueblo a la que había preguntado hace poco) me dice que me acompaña al lugar. Genial! uno de los dos sube a mi coche sin preguntar. Sin problemas.
Nos dirigimos al tramo del barranco y me paro en un punto (poco antes de la curva del accidente).
Entonces empieza a darme indicaciones.
-Mira: por aquí han caído dos coches: uno fue el de un vecino de la zona: cayó por exceso de velocidad. Concretamente por este punto-:
-Pero el otro, el del contrabandista, cayó justo por aquí- (justo estábamos en ese punto):
Incluso él mismo me dijo que durante un tiempo se vio el coche, pero que la vegetación lo había cubierto. Aún así, bajamos unos metros de barranco en los que no conseguimos ver nada si bien me confirmó un dato fundamental: el coche seguía allí.
La historia no había acabado allí: la continuaba, pero esta vez tenía datos más concretos, así que me di la última oportunidad y, en noviembre de 2007, poco antes de que empezase el frío, iniciaba el último descenso al barranco: esta visita era diferente puesto que esta vez si que bajaba al fondo del barranco, costase lo que costase.
Me preparé bien: salí pronto de casa y me llevé comida y agua: tenía previsto pasar varias horas en el barranco. También me llevé los prismáticos que me sirvieron, justo antes de bajar al barranco, para ver lo que parecía el portón de un coche en una de las partes del barranco: pertenecía al coche del vecino. Ya tenía algo, pero yo buscaba principalmente otro coche: el del contrabandista.
Iniciaba el descenso, justo por donde cayó el coche que yo buscaba:
Delante mio, un reto:
A la vez que voy bajando por el barranco, voy mirando para arriba, concretamente la carretera: voy también dándome cuenta de lo fuertes que tuvieron que ser los dos golpes: la altura es tremenda:
Ya en el fondo del barranco, voy caminando entre la vegetación y los arbustos: no veo nada que me llame la atención, pero cierto es que, escondidas, voy encontrándome algunas piezas de algún vehículo: según la ubicación, tenían que ser del vehículo del vecino del pueblo.
Dentro del fracaso que estaba suponiendo la historia, al menos había encontrado algo. Pero no nos engañemos: el coche que yo buscaba no estaba.
No quise bajar más abajo ya que era imposible que hubiese algo más abajo. Absolutamente imposible.
Me tocaba volver arriba: si allí había habido algún coche más, independientemente de que lo hubiesen sacado, algo hubiese quedado: algún resto, alguna puerta, yo que sé, pero algo hubiese quedado.
Pero en toda la serie de errores que tuve en esta búsqueda, cuando ya lo había dado todo por perdido, el destino me deparaba una última sorpresa: la encontré a lo lejos, entre los árboles: los prismáticos me lo acabaron de confirmar…
El error era claro: cuando yo ya estaba al fondo del barranco, en lugar de ir para atrás, fui para adelante, dejándome una parte del barranco sin ver.
Ahora sí: estaba en el punto exacto de la tragedia: 20 años después estaba viendo en directo esa historia que hacía tantos años había guardado en algún rincón de mi mente. No era una historia más: era algo muy gordo!
El capó del coche: ¡por fin! ese si que era el coche del contrabandista: ¡¡lo encontré!!:
Quise acercarme más: poder tomar fotos desde más cerca, pero esto es lo máximo que pude acercarme: delante mío había una fosa y cruzarla era prácticamente imposible:
La fosa era el lugar en el que había caído el coche. Ahora sí: tenía LA FOTO (en mayúsculas): tenía el lugar exacto en el que el vehículo del contrabandista había acabado su recorrido hacia el abismo: una foto que hacía años que perseguía: sin duda, un buen regalo del destino.
Así que ahora mismo te estarás haciendo una pregunta: -¿dónde está el coche?-: los diversos corrimientos de tierra y la vegetación se lo habían tragado. Sinceramente, aunque esta posibilidad ya la barajé en su momento, esperaba encontrarme algo más entero… pero en el fondo daba igual puesto que mi objetivo estaba cumplido.
Ya puestos, bajo a la fosa:
Al principio te asustas, pero luego ves que lo que tienes delante es el cadáver de una oveja que se descarrió en su momento:
Y los restos del coche: un coche rojo del cuál quedaba muy poca cosa:
Tras un rato observando y revisando cada detalle, me voy. Ahora sí: me quedo tranquilo: he visto el final de la historia: la historia que en su día me contaron y que tantos años tuve guardada. ah! Era un Opel Kadett!
A la vez que me voy alejando, voy mirando atrás: cuesta creer que he estado allí y supongo que me costaba asumir todo eso.
Desde abajo, hago una mirada al recorrido que el vehículo hizo sin control: la hostia tuvo que ser tremenda.
Mi intención principal era subir a la carretera por el mismo lugar por el que había bajado pero era complicado, así que opté por caminar por una inclinada ladera. Empezaba a estar agotado y no sabía si aquel camino que tomaría tendría salida, pero por lo menos me acercaría a ese segundo coche que había caído en el barranco.
No tarde mucho en encontrarlo:
Vista del portón del Citroën con el capó (al fondo) del Opel:
Aún se podían observar algunas piezas esparcidas por el barranco:
Pero la imagen más impresionante fue ésta: se trata de restos óseos: están en el mismo trazado por los que fue cayendo el Citroën lo que hace posible pensar que éste llevase algunos animales consigo (los típicos traslados de animales entre esos pueblos) y que quedasen esparcidos a medida que el coche iba cayendo por el barranco:
Parte del recorrida mortal, con variedad de huesos animales:
Y una perspectiva del barranco donde se produjeron los hechos:
Actualmente, la carretera se encuentra asfaltada pero cuando sucedieron todos estos hechos era una pista sin asfaltar y sin ningún tipo de vallado, lo que la hacía especialmente peligrosa:
De toda aquella historia queda algo:
Es un ramo de flores secas del cuál al principio no hice caso. Analizando, vi que ese ramo fue puesto por algún familiar o amigo en su momento, para recordar al vecino fallecido. Estaba en la curva del accidente del Citroën: actualmente, en esa curva hay una pilona artificial de tierra que impide que otros vehículos caigan abajo.
La puesta de sol indica que acaba del día: es el final de una historia. Una historia que, 20 años después, pude terminar.
- ANTECEDENTE:
Si bien se podría decir que esta carretera estaría dentro del círculo contrabandístico, era una carretera que no era usada habitualmente por los contrabandistas debido a que habían rutas mucho mejores para realizar esta actividad ilegal.
Hablando con alguien que conoce el tema, me comentó que el contrabandista de este accidente no debía tener mucha experiencia en este campo. Primero por coger una ruta que no era buena y segunda por un dato que habla por sí solo: el coche: un Opel Kadett: era un coche muy fácil de robar y, posiblemente, ese coche era robado.
El contrabandismo empezó siendo una actividad de unos pocos aunque con los años se fue masificando, de tal manera que era fácil encontrar novatos e inexpertos en la materia que acabaron pagando las consecuencias. Mafias, persecuciones, accidentes, asesinatos… los últimos años del contrabando fueron muy tensos.
Si buscase y hablase con los vecinos de los pueblos del círculo contrabandístico, muy probablemente encontraría historias tan intrigantes como ésta, pero aún existe el miedo y, aunque en muchos casos estamos hablando de historias que tienen muchos años y cuyos delitos ya han prescrito, pocos se atreven a contar historias del contrabando. Historias caducas que, sin embargo, para otros tendrían mucho valor histórico.